Es evidente que el desarrollo y progreso de Navarra pasa por la implantación de actividad económica en el territorio. Pero en una situación de disminución urgente de emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) su elección debiera ir acorde con los compromisos de reducción de las mismas.
Y es que ambos proyectos mineros implican no sólo un aumento considerable de emisiones de GEI, sino un retroceso en los objetivos del sector primario en Navarra. Ambos proyectos nacen para perpetuar el modelo de intensificación agroganadera estatal y mundial (su principal mercado es la exportación), ese modelo que debe modificarse de aquí al 2030 y, ni que decir tiene, al 2050, donde las emisiones debieran ser nulas.
Mina Muga, promovido por Geoalcali, se dedicará a la extracción de sales potásicas, para la obtención de potasa. Es el potasio utilizado en la agricultura intensiva dentro de esa fórmula N-P-K para el abonado de las parcelas. Modelo muy ligado a la minería y al uso de combustibles fósiles. El nitrógeno (N) de la fórmula ligada al uso de gas natural, el fósforo (P) ligado a la extracción minera de roca fosfórica y nuestro potasio (K), ligado a la extracción minera de la potasa. La minería y su tecnología es gran consumidora de combustibles fósiles, desde la extracción a su procesamiento, no habiéndose encontrado solución tecnológica a la eliminación de su uso en la misma. Destinada a la exportación habría que sumar el transporte de la misma a los principales puertos. Las instalaciones industriales y sus hornos se instalarán en la Comarca de Sangüesa.
Sin embargo en la planificación energética y estratégica de Navarra, en el documento denominado Horizonte 2030, señala que debemos pasar a un modelo agrícola-ganadero ecológico en un 25% para ese año, modelo no consumidor de ese N-P-K, disminuyendo de esa forma el consumo de combustibles fósiles en la extracción, procesamiento, transporte y utilización de esos minerales. Es importante, estratégico diría yo, analizar esta cifra.
Navarra ha pasado a certificar desde 1996 hasta 2021, con sus 700 hectáreas iniciales, algo más de 60.000 hectáreas de su suelo productivo agro-ganadero como ecológico. Parece un paso importante, que lo es, pero la realidad es que prácticamente el 80% del suelo certificado corresponde a pastos naturales que históricamente han sido así, donde no se ha utilizado ningún producto fertilizante ni ha estado nunca gestionado a través de un modelo intensivo. De todas estas hectáreas certificadas, sólo el 6% lo constituye la parte cerealística. En el total de la actividad cerealística supone un 2% de las 190.000 hectáreas cultivadas en 2021. Y si queremos reducir emisiones en el sector primario agrícola y ganadero urge transformar la actividad gestionada de forma intensiva a otro modelo menos contaminante, el ecológico por ejemplo, pero de nada va a servir certificar de forma principal pastos que no han sido emisores de GEI. La verdadera transformación y reducción de GEI en ese sector pasa por transformar el modelo verdaderamente intensivo y emisor de GEI.
Mina Erdiz, de Magna, pretende extender la industria extractiva y procesadora del carbonato de magnesio, para la obtención de magnesita. Magnesio que en un 40% se vuelve a destinar al sector agro-ganadero intensivo. Si bien el proyecto de Geoalcali es nuevo en el territorio, Magna lleva decenas de años en este modelo extractivo en el Valle de Esteribar. Tras desestimarse la mina de Zilbeti, ahora le toca al paraje de Erdiz. La cuestión de este proyecto es que, siendo ya Magna una de las principales industrias emisoras de GEI y gases contaminantes en Navarra (en 2018 era responsable del 31% de las emisiones en su sector de productos minerales) está en juego el tercer horno para la combustión de ese carbonato de magnesio. El Valle de Esteribar y Borobia (Soria) compiten por la implantación del mismo. La oposición generada en Soria, así como la existente aquí para la mina de Zilbeti, parecieron haber desechado esa opción. Pero resurge con fuerza de nuevo en Erdiz, de nuevo en el Valle de Esteribar, siendo Zubiri la futura ubicación para ese nuevo horno. Actividad que supondrá seguir aumentado las emisiones de GEI en ese sector, con el coke de petroleo y el gas natural como fuentes de energía.
Actividad económica minera que no sigue ningún proceso de circularidad. Sus productos una vez usados en la agricultura y ganadería acabarán lixiviados o por escorrentía en nuestros mares y océanos, acidificando sus aguas y agravando las consecuencias del cambio climático.
La Comarca de Sangüesa y el Valle de Esteribar se merecen que el Gobierno de Navarra trabaje en la implantación de actividad económica acorde con los objetivos de reducción de GEI, industrias sostenibles y proyectos industriales centrados en la circularidad de sus productos para garantizar un futuro sostenible para todas y para todos. Si bien las autoridades políticas, desde el Gobierno de Navarra hasta alcaldes de algunos de los municipios afectados, se muestran favorables a la implantación de estas actividades totalmente insostenibles en su territorio, debemos esperar a la organización y defensa ciudadana del territorio, que como en Borobia o en Zilbeti puedan conseguir parar la maquinaria contaminante de esta industria y atraigan un modelo económico e industrial sostenible para sus territorios y para Navarra.
Artículo de opinión firmado por: Mikel Etxarte Azkarate, licenciado en Biología Ambiental y Agrícola, y miembro de la fundación Sustrai Erakuntza.