(Este artículo es el contenido completo de un capítulo del informe «Las políticas del agua en Navarra, conflictos reseñables y propuestas para la gestión del agua«…) Tal como se indica en la página web de este proceso de participación, el Plan Director del Ciclo Integral de Agua de Uso Urbano 2019-2030 fue promovido por el Departamento de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local del Gobierno de Navarra, y discutido de manera pública entre los años 2018 y 2019. Fue aprobado en mayo de 2019.
El plan y su proceso de participación contiene muchos aspectos positivos, como el enfoque integral de abastecimiento y saneamiento, el esfuerzo realizado para recopilar datos y las propuestas con diferentes alternativas, entre otros, aspectos que suponen un avance muy significativo respecto a la situación anterior.
Pero en la parte práctica que atañe al uso y gestión de las fuentes de agua potable y a la asignación de presupuestos, el Plan mantiene una continuidad con las políticas de gestión de la oferta y uso de grandes infraestructuras.
Centralización de las fuentes de abastecimiento en dos puntos: Lokiz e Itoiz
Uno de los objetivos más destacados del plan es el de ofrecer agua bruta de calidad en toda la geografía navarra. El esquema general de esta planificación ha sido la centralización de las fuentes de agua dulce para el suministro urbano, de modo que este plan abunda y profundiza en la línea que desde hace años lleva al abandono de las fuentes y manantiales que proveían de agua a las poblaciones de pequeño y medio tamaño, así como el abandono de los pozos aluviales que en localidades de la Ribera y la Zona Media servían también de suministro a poblaciones medias y grandes.
Esto significa que suministros locales, cercanos en distancia física a los puntos de consumo, reconocidos y cuidados durante siglos; se abandonan en el sentido literal. Se resta así autonomía local y diversidad de suministro, lo que siempre es mejor garantía del mismo.
En su lugar se ofrece el suministro desde fuentes lejanas, empleando para ello infraestructuras caras y fuera de la autonomía y decisiones locales, con lo que se hurta a la sociedad la decisión sobre las mismas, o a menudo se les condiciona con la cobertura económica para unos suministros frente a otros.
Básicamente, las dos infraestructuras desde las que se propone abastecer a la gran mayoría de la población navarra son las captaciones del acuífero de Lokiz en Valdega para la comarca de Tierra Estella, y el Pantano de Itoiz y Canal de Navarra para el resto. En apartados posteriores hablaremos de la problemática que aqueja a estas dos grandes infraestructuras.
No se busca poner freno a las causas de la contaminación de las fuentes de suministro
Los problemas de calidad del agua de algunas fuentes de suministro actual se ubican en la parte sur de Navarra, y están originados por la contaminación de ríos y canales (Ebro), y de acuíferos aluviales que históricamente habían suministrado agua de calidad.
El Plan no analiza cómo se ha llegado a esta situación de contaminación, ni cuáles han sido las responsabilidades de la administración. En el caso del Ebro y sus canales la responsabilidad puede ser “compartida” con otras Comunidades Autonomas, pero en la mayoría de los pueblos se trata de pozos aluviales que se han contaminado por la actividad agraria local y ya no garantizan la calidad de agua de boca.
El empeoramiento de la calidad del agua de estos pozos vulnera y rompe principios de la DMA como son la conservación y recuperación del buen estado de las masas de agua y especialmente de las fuentes de agua de boca. Es responsabilidad de esta comunidad el resolver este problema y no dejarlo sin solución y traspasarlo a las siguientes generaciones.
De este modo, durante la discusión de este plan se utilizó el argumento de la contaminación de estos pozos para justificar su total abandono y el paso a las nuevas fuentes de suministro centralizadas. En la redacción final del Plan, y gracias a las alegaciones presentadas, se ha optado por incorporar la posibilidad de seguir utilizando los pozos aluviales para usos menos exigentes (riego de jardines, limpieza viaria, usos industriales), o como garantía de suministro en caso de cortes de suministro o situaciones de sequía prolongados.
Sin embargo, en ningún momento se ha decidido analizar por qué se ha llegado a esta situación de contaminación de estas fuentes en unos pocos años. No se ponen, por ejemplo, los medios necesarios para que se frene la contaminación de los suelos por parte de la agricultura intensiva y mecanizada, basada en fertilizantes químicos y pesticidas. Con ello nos encontramos ante un grave incumplimiento de la normativa que obliga a la protección de las fuentes de agua de abastecimiento, además de un malísimo ejemplo para la cultura de la sostenibilidad (permitimos que se deterioren nuestras fuentes y exigimos que nos traigan agua de otro lado).
Se trata, pues, de un importante problema para la educación y justicia ambiental: se promueve la “lógica” de usar y tirar también en un tema tan significativo como es el agua. Se da por bueno la pérdida de las fuentes propias y se propone con total descaro que se traiga agua de calidad de otros lugares. Un doble rasero, a los habitantes del Pirineo se les exige que cuiden su entorno para “producir” agua de calidad, de manera que la utilicen los pueblos que han contaminado la suya.
En cuanto al proceso de participación (ver todas las alegaciones presentadas en formato PDF), que ha constado de diferentes fases (ver alegaciones iniciales de Urbizi), hay que señalar que ha servido para mejorar algunos aspectos del Plan, como por ejemplo, la corrección de ciertos sobredimensionamientos en la previsión de las demandas, o mejoras en cuanto a la explotación del acuífero de Lóquiz en relación con el río Ega, punto sobre el que nos extenderemos en el siguiente capítulo.
En conclusión, el Plan mantiene el esquema general en que se planifica resolver todo el abastecimiento de las cuencas del Arga, Aragón, Zidacos y parte de la margen derecha del Ebro desde el canal de Navarra. Además, la comarca del Ega y el resto de la Ribera, seí abastecería desde el acuífero de Lóquiz, usando las infraestructuras del PSIS del proyecto de abastecimiento de agua a Viana y a otras localidades. Pero a raíz del proceso participativo y de las múltiples alegaciones presentadas en este sentido, ha habido algunos ajustes orientados a la protección de los caudales del río Ega que dependen del acuífero de Lóquiz.