En los últimos días hemos leído que diversas entidades y grupos empresariales han anunciado sus alegaciones o sugerencias al plan de recuperación y conservación de las aves esteparias de Navarra. Así, grupos empresariales de la industria agroalimentaria, algún sindicato agrario, grupos de cazadores y diversos ayuntamientos se empeñan en contraponer el desarrollo económico de las zonas «afectadas» a la defensa de los ecosistemas, con un tono alarmista y desmesurado que impide la reflexión y el debate racional.
En los últimos años, la Fundación Sustrai Erakuntza ha analizado, denunciado y presentado alternativas a centenares de proyectos relacionados con los polígonos eólicos y solares, las macrogranjas, los efectos de la transformaciones en regadío y concentraciones parcelarias derivadas del Canal de Navarra, las obras del Tren de Alta Velocidad, autovías y autopistas… Son proyectos con graves afecciones a las zonas esteparias y que responden a un modelo agroindustrial que está acabando con centenares de pequeñas explotaciones. Un modelo energético que nos hace más dependientes de oligopolios eléctricos. Un modelo de movilidad que abandona la mejora de la red ferroviaria actual y a sus pueblos, para construir un TAV en beneficio de la metrópoli foral, y de grandes constructoras y poderes financieros.
Y la imposición de estos modelos, que en la búsqueda de beneficios privados suponen un hiperconsumo de materias primas y energía, se está haciendo a costa del territorio. Los incendios y la sequía también deberían servir para reparar lo frágiles que somos, y por tanto, la urgencia de revisar profundamente lo que se está haciendo. Se está perdiendo suelo fértil, se están contaminando acuíferos con el uso desmedido de fertilizantes nitrogenados, se está sobreexplotando de forma irresponsable los recursos hídricos, se está intentando relativizar la protección de la Red Natura, se está homogeneizando el paisaje agrícola desapareciendo lindes e islas de vegetación natural, se están abandonando pastos en extensivo provocando el aumento excesivo de matorral y pérdida de hábitat adecuado para las aves… Y si nos falla el territorio, el agua, la tierra, la biodiversidad… olvidémonos del futuro. En un contexto de crisis energética y climática, es suicida minusvalorar o despreciar la protección de todo aquello que simplemente nos garantiza la vida.
Porque de eso se trata cuando hablamos de biodiversidad. La desaparición de ecosistemas supone superar uno de los 9 limites planetarios que la comunidad científica ha identificado como la causa de la crisis ambiental que vivimos, y de la que este verano hemos tenido ejemplos notorios como son la grave sequía y los grandes incendios forestales. La biodiversidad garantiza el buen funcionamiento y el equilibrio de los ecosistemas, ya que es el soporte de todos los procesos esenciales que hacen de nuestro planeta un lugar habitable para la especie humana. Constituye el sustento de la mayoría de las actividades humanas y la base de una gran variedad de bienes y servicios ambientales que contribuyen al bienestar social.
Más allá del análisis que la Fundación Sustrai está realizando del borrador del proyecto de decreto foral para la conservación de aves esteparias por parte del Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, queremos llamar la atención sobre el posicionamiento de diversos agentes sociales y empresariales. Sus declaraciones ponen en evidencia los límites y los riesgos de aquellas posturas que analizan esta problemática desde perspectivas parciales, que no responden al interés colectivo. Por un lado, no nos parece de recibo aquellas declaraciones que tratan de contraponer la protección de los ecosistemas con las actividades agrícolas y ganaderas. Se equivocan en hacerlo, como se equivocan cuando se oponen a las restricciones de los nitratos o cuando se someten acríticamente al sistema agroindustrial imperante en Navarra y sus políticas de secuestro del sector. La intensificación del modelo agrícola y ganadero de tipo industrial, no sólo provoca el declive generalizado de las aves ligadas a los sistemas agropecuarios, sino que va a suponer el colapso en el medio plazo de la propia actividad (agua privatizada, contaminada, empobrecimiento del suelo, concentración de la tierra, endeudamiento…).
Por otro lado, no podemos dejar de cuestionar la incoherencia del Departamento de Desarrollo Rural. Mientras pretende aprobar una mínima protección de ecosistemas y especies animales en peligro de extinción, impulsa la proliferación de macrogranjas, siendo condescendiente en su labor de inspección de sus prácticas contaminadoras. Y a la vez no hace una apuesta más decidida por la agricultura y ganadería ecológica, no adopta medidas que reconozcan el carácter absolutamente estratégico que el sector primario debería ser para Navarra, o no pone freno a la destrucción que día a día se está haciendo desde la obra pública, los grandes polígonos de energías renovables, o los macroproyectos mineros e industriales.
Vivimos tiempos excepcionales. Y la salida a esta situación no va a venir de la mano y del modelo de quienes nos han traído a este escenario. Necesitamos biodiversidad y necesitamos producir alimentos de calidad. Nos sobran multinacionales y nos sobran quienes manipulan y especulan con los precios. Precisamos ecosistemas vivos y suelos fértiles. Precisamos revisar nuestras prácticas de producción y de consumo. Necesitamos menos concentración y más extensión. Y sobre todo, necesitamos alianzas, donde organizaciones agrícolas y ganaderas, ecologistas… seamos capaces de encontrarnos en defensa de la soberanía alimentaria y de la biodiversidad frente a este sistema depredador e injusto.
Firmado por: Mikel Saralegi, miembro de la fundación Sustrai Erakuntza.
Nota: estamos empezando a trabajar en un completo informe sobre la biodivesidad en Navarra, que informará sobre la protección de las especies esteparias, entre otras cosas…