En las últimas semanas hemos vivido una serie de inundaciones, de las que hemos tenido conocimiento de manera repentina, en los pasados meses de diciembre y enero. Han sido consecuencia directa de una serie de temporales, con lluvias intensas y continuadas, que han dejado muchos litros de agua en pocos días. Casualmente, a continuación de esos episodios, de nuevo se ha impuesto el tiempo seco, apuntando a ese tiempo atmosférico extremo que parece que predice el Cambio Climático que enfrentamos.
Gran cambio en los patrones climáticos que estamos produciendo principalmente por la combustión de energía fósil derivada del carbón, el petroleo y el gas natural. Como ya hemos informado reiteradamente, la sociedad navarra se abastece de energía fósil en un 80%, siendo las energías renovables en torno al 20% restante. Renovables que, en la concepción actual de la llamada transición energética que nos imponen, se producen principalmente en forma de electricidad. De modo que esta es también aproximadamente el 20% de nuestro consumo energético, y esta cantidad se ha mantenido muy estable en los últimos años, lo que viene a indicar que difícilmente aumentará, como sería necesario para conseguir la transición que pretenden.
En ese contexto, el vehículo privado (el coche) es una de las dificultades de esa supuesta transición. El mantenimiento de su preponderancia en el mercado es caballo de batalla para la economía mundial, y principalmente la de Navarra, muy dependiente de la industria automovilística. Por ello en los últimos meses la decisión de una empresa privada de seguir fabricando coches privados, y que estos fueran alimentados con electricidad, ha llegado a ser prácticamente un “pacto de estado”.
Sin embargo, los coches, sean eléctricos o de combustibles fósiles, todos ellos llevan ruedas fabricadas principalmente con caucho sintético proveniente de combustibles fósiles, principalmente del petroleo. Y el alto consumo que realizamos de estos elementos hace que su reciclaje y reutilización sea dificultosa. Hay que recordar como hace unos pocos años ardió la gran superficie donde se encontraba el mayor “cementerio” de neumáticos de Europa, entre las provincias de Madrid y Toledo.
De este modo, uno de los usos que han encontrado a estos residuos a sido su troceado para formar lo que se llama “caucho granulado” con una granulometría de entre 0,5 y 3 mm, y su extensión en superficies de hierba artificial como campos de futbol. La argumentación para realizar esto es que ello mejora sus condiciones portantes y su elasticidad.
Estas pequeños gránulos, que en sus tamaños mas pequeños entran dentro de la categoría de microplásticos, tienen una muy fácil dispersión en el medio ambiente. Así mismo, entran fácilmente en contacto con los usuarios de estas instalaciones, que los transportan en sus ropas y pueden llegar a ingerirlos accidentalmente. Y no se trata de elementos inocuos, al ser derivados de hidrocarburos, pueden tener efectos adversos para la salud, como han indicado las autoridades sanitarias europeas.
Pues bien, en nuestra comunidad, existen muchos campos de futbol de hierba artificial que incorporan este producto y se encuentran en las llanuras de inundación de nuestros ríos. Esas que en los últimos tiempos están viendo grandes inundaciones que antes pasaban cada 100 o 500 años, y que ahora han reducido su periodo de retorno a las cifras mucho mas habituales de los 50, los 10 o los 5 años. Es el caso de las ya comentadas inundaciones de los pasados meses.
En este contexto, la ciudadanía que recientemente ha colaborado en la limpieza de nuestros ríos ha podido comprobar como esas inundaciones han contribuido a dispersar grandes cantidades de residuos plásticos en las llanuras de inundación aguas abajo de las ciudades. Y también han visto indicios de como toneladas de ese caucho granulado ha desaparecido de las instalaciones deportivas. Caucho sintético proveniente principalmente de ruedas de vehículos desechadas después de su uso, que troceado en tamaños compatibles con los microplásticos, han ido a parar a las llanuras de inundación que forman la afamada huerta navarra de la Zona Media y la Ribera.
Sirvan estas lineas para presentar el informe que ha realizado el geólogo y colaborador de la fundación Sustrai Erakuntza Antonio Aretxabala, y que trata de explicar lo que está pasando en general con este asunto, y en concreto lo que ha pasado en el campo de futbol de San Jorge, en Pamplona-Iruñea. Campo que ha podido perder incluso mas de 10 toneladas de este material en las inundaciones producidas recientemente, a lo que se ha de unir las producidas en los años 2015 y 2013 que habrán pasado a formar parte ya de los suelos agrícolas en una gran proporción. Y a lo que habría que añadir las otras instalaciones similares que existen en otros municipios y en similares situaciones de inundabilidad en toda nuestra geografía. Toneladas y toneladas de ruedas de vehículos troceadas en forma de microplásticos que habrán ido a parar a los campos de cultivo mas preciados de nuestra comunidad.