En los últimos años se han sucedido varias crisis. Primero fue la crisis económica de 2008 de alcance mundial con efectos sociales devastadores, de la que 15 años después aún no nos hemos recuperado. Posteriormente la derivada de una grave pandemia mundial, y finalmente estamos inmersos en una nueva crisis de precios e inflación que supuestamente se origina por una guerra en Europa. Sin embargo, a nadie se le escapa que debajo de todas esas crisis “coyunturales” existe algo que va más allá de simples problemas de funcionamiento en el mercado de la oferta y la demanda.
Según informa la comunidad científica, la humanidad en su crecimiento acelerado está chocando contra una serie de límites planetarios. Un crecimiento derivado de un metabolismo capitalista que explota los recursos naturales hasta la extenuación. Hay que tener en cuenta que el planeta Tierra se comporta como un sistema cerrado, que prácticamente solo intercambia con el exterior la energía que le llega del sol. La cantidad de materia que encierra la Tierra es casi constante, y por lo tanto tarde o temprano nos topamos con unos límites de lo que se puede extraer y usar.
De este modo, se establecen 9 limites críticos en los ciclos planetarios que estaríamos cercanos a sobrepasar, o los habríamos sobrepasado ya. Estos últimos ya los notamos en los conflictos que Sustrai Erakuntza analiza en Navarra: perdida de biodiversidad como la que sucede por la muerte de aves en polígonos eólicos, ciclos de nitrógeno y fósforo completamente desbaratados por la agricultura y ganadería industrial, cambios en los usos del suelo que reducen las zonas naturales como en el caso de minas (extracción de magnesitas en Erdiz o de potasa en Mina Muga), embalses, TAV, etc, o el cambio climático producido por la quema de combustibles fósiles principalmente. Y a estos límites que afectan a la vida en general, habría que añadir la limitada cantidad de minerales y energía fósil que podemos extraer.
De este modo, el origen de las crisis habría que buscarlo en el sobrepasamiento de todos esos límites por parte del sistema productivo y de consumo dominante. Y las crisis sanitaria, militar, económica, cultural, social… que sufrimos tienen como trasfondo la grave crisis ecológica y de recursos en la que nos encontramos. Ante estos hechos, la única salida posible en un planeta finito como el nuestro es la reducción en la utilización de los recursos y de los servicios naturales que nos proporciona la Tierra. Y es algo que se va a producir sí o sí, y que ya se estaría produciendo de hecho.
Ante este panorama podemos actuar de dos maneras completamente diferentes: tratar de mantener un estilo de vida similar al actual en los países del Norte Global pero limitándolo a cada vez menos cantidad de personas y dejando que el resto viva como pueda (capitalismo ecofascista), o tratar de adaptarnos a los límites planetarios de una manera democrática y equitativa para todos los habitantes del planeta. Se trataría de un Decrecimiento planificado de la economía y el uso de los ecosistemas en el Norte Global, para alcanzar un nivel de vida adecuado a los límites planetarios para toda la humanidad.
Frente a estas ideas, las estructuras de poder que nos gobiernan, tanto políticas como económicas, están proponiendo unos salidas que se parecen más a la primera de ellas. Tratan de mantener un sistema económico como el actual, pero basado en la explotación de las energías renovables a gran escala. No tienen en cuenta, una vez más, los límites planetarios.
Como ya señalamos en nuestro informe “El nuevo boom de las energías renovables en Navarra”, una respuesta basada exclusivamente en el despliegue renovable tiene múltiples problemas. Su producción es intermitente y difícilmente almacenable. Necesitan de un gran aumento en la extracción de minerales para su implantación. Y no serían suficientes para mantener un consumo energético tan elevado como el que realizamos en la actualidad. Debido a ello, su expansión a gran escala mantendrá o incluso aumentará el colonialismo de territorios que seguirán soportando el consumo de las metrópolis, y el extractivismo arrasará sus espacios naturales.
Ante estos hechos, desde la fundación Sustrai Erakuntza hemos realizado en múltiples ocasiones una serie de propuestas de cambio para el sistema socio-económico que nos llevarían hacía ese objetivo de Decrecimiento planificado en positivo. En ese sentido, en los próximos meses desarrollaremos estas ideas en un documento más extenso y con mayor concreción. De manera sintética, señalamos algunas líneas de trabajo encaminadas en esa perspectiva:
1. Es necesario difundir y socializar el conocimiento de los límites planetarios, su sobrepasamiento y la necesidad de cambios adaptados a las nuevas realidades. Se han de transmitir de manera positiva, dado que los cambios serán beneficiosos para conseguir una sociedad más igualitaria, inclusiva y sostenible.
2. Los cambios sociales y económicos que se avecinan tienen componentes que pondrán a prueba la capacidad de resiliencia de la sociedad. Necesitamos una sociedad bien cohesionada, para lo que se deben implementar medidas que fomenten el asociacionismo, el voluntariado y la ayuda mutua, frente a un modelo capitalista a superar en el que prima el individualismo, el egoísmo, la explotación y la búsqueda de beneficio a toda costa
3. Se necesita una reducción voluntaria y organizada del consumo de materias primas y energía en todo el Norte Global. Esto implicará tanto cambios en las técnicas y los productos, como en los comportamientos y costumbres sociales.
4. El transporte y los desplazamientos son la actividad que más depende de los combustibles fósiles. Por ello, el movimiento de productos y personas tendrá que ir disminuyendo, tendiendo a una sociedad más localizada. Esto producirá cambios en el urbanismo, las actividades económicas, la organización social…
5. Hay que fomentar el uso compartido de productos, de manera que se necesiten fabricar en menor cantidad. Y los productos se construirán de manera que sean fácilmente reparables, reutilizables y reciclables.
6. Hay que priorizar el sector primario y la producción de alimentos a nivel local y reducir su dependencia de combustibles fósiles. La dieta irá cambiando, con un consumo más racional de productos de origen animal. También disminuirán progresivamente el uso de fertilizantes químicos y pesticidas.
7. Las actividades culturales, de ocio y de turismo también cambiarán hacia otras basadas en lo local y en el menor consumo de energía y materiales.
8. La tendencia a la localización de todo hará que cambien progresivamente también las estructuras de gobierno, con unas administraciones locales más empoderadas, con mayor opción a la participación popular, frente a las estatales y supraestatales.
9. El mantenimiento de la sociedad dentro de los límites planetarios requerirá un aumento progresivo del control de las actividades humanas. Pero ese control se deberá de establecer a través de decisiones tomadas democráticamente por la ciudadanía. Y para poder implementarlas de manera racional, las empresas que ofrezcan productos y servicios deberán ser públicas.
10. De este modo, la civilización humana tiene que pasar desde el actual sistema capitalista y extractivista, con sus grandes impactos en la biosfera y en el bienestar de la humanidad, hacia otro sistema muy diferente. Y las bases de ese sistema deberán establecerse en el reparto equitativo de los bienes que la madre tierra produce, dentro de un sistema socio-económico capaz de mantenerse con la energía y los materiales que el planeta Tierra pueda ir regenerando a través de los ciclos naturales. Un sistema no basado en el crecimiento perpetuo, y que por lo tanto tienda hacia una economía en estado estacionario.
Autoría: Mikel Saralegi Otsakar, Jule Goñi Montero y Martín Zelaia García, miembros de la fundación Sustrai Erakuntza.