Ya hay conexión entre la Y vasca y el TAV en Navarra

    eu 21 Mar 2025 - Notas de prensa, Tren de Altas Prestaciones (TAV)

    Y no se molesten en buscarla ni por Ezkio, ni por Altsasu, ni cruzando el Ebro por Castejón. La conexión o, mejor dicho, las conexiones entre la Y vasca y el TAV navarro ya son una realidad. Son éstas las que nos deberían preocupar y superar, y no distraernos más de la cuenta con el folletín de penas, intrigas y engaños entre la clase política proTAV.

    El TAV en la Comunidad Autónoma Vasca aparecía en Planes de Transporte Ferroviario en el siglo pasado, allá casi la década de los 90. Y un poco más tarde el TAV navarro. Habría que esperar a 2006 para iniciar las obras en Arruatzu (Araba) y 2011 en Castejón. Dos proyectos, en los que tras más de cuarenta años desde que se concibieron, comparten una larga vida de obras sin sentido y sin final. Parafraseando a Eduardo Galeano: el final de la obra está en el horizonte. Avanza dos pasos, y el final se aleja otros dos. Lo importante es construir.

    La Y vasca y el TAV navarro nacieron sin el necesario debate en algo tan fundamental como era afrontar la cuestión de la movilidad, así como el uso y modelo de ferrocarril que precisamos. Un debate que no se dio, y que ahora, en un momento crítico de emergencia ecológica y energética, cuando la descarbonización es más urgente que nunca, nos ha impedido contar con un tren social, público, sostenible y de calidad. La Y vasca y el TAV navarro muestran en esto una profunda conexión: su construcción ha ido pareja con la descapitalización de la red de cercanías y media distancias, el cierre de apeaderos, la reducción de servicios viajeros, el abandono de su mantenimiento, la privatización…

    Ambos proyectos de alta velocidad disfrutan de la lenta y apacible inyección de dinero que grandes constructoras van recibiendo de las arcas públicas. Durante todos estos años, todos los partidos políticos, con mayor o menor agrado, han ido aprobando partidas presupuestarias, y utilizando fondos europeos. No importa que el coste de la inversión sea irrecuperable, o que no vayan a cubrir nunca sus costes de explotación. Las grandes constructoras implicadas en las obras del TAV, a un lado y otro de Aralar, comparten ser auténticos sumideros de riqueza social que acaba en manos privadas, bien dopadas por los sobrecostes y distintas estrategias especulativas. Tienen un futuro prometedor: la Y vasca puede llegar a superar los 6.500 millones de euros y los 3.200 millones en Navarra.

    Y como dos gotas de agua, la Y vasca y el TAV navarro también comparten carácter: son proyectos absurdos, que sólo servirán para llevar personas (que no mercancías), mal planificados, sin conexiones garantizadas, con estimaciones económicas poco realistas. Razones todas ellas que ya el Tribunal de Cuenta Europeo en 2018 reflejó en su informe para denunciar el despilfarro de proyectos similares sin valor añadido comunitario. Una Y vasca que no encuentra salida por el norte, a través de Lapurdi, hacia el estado francés. Y que, por el sur, hacia Burgos, tan sólo hay licitado un tramo de los 6 que haría falta. Lo mismo le ocurre al TAV navarro. Tenemos una magnífica pista asfaltada (¡bajo el asfalto había campos fértiles!) desde Castejón hasta Tafalla, sin salida ni proyecto hacia Zaragoza. Cachitos de TAV en medio de la nada. Y, sin embargo, en paralelo, tenemos la línea actual del ferrocarril convencional que están dejando morir. ¡No hay mayor absurdo! Una línea que, integrada ya en el corredor Cántabrico-Mediterráneo, y que debidamente renovada y reforzada permitiría dar servicio a personas y mercancías, de forma más barata y con menor impacto en el territorio.

    La Y vasca y el TAV navarro no son simples infraestructuras. Tienen en común su carácter destructor. Hay representantes políticos a los que les parece vital ahorrar 25 minutos por Ezkio o llegar media hora antes a Madrid. Pero a la sombra de esos objetivos tan sublimes e irrenunciables, han muerto hasta la fecha 12 trabajadores en su construcción que ya no podrán llegar a ningún lado, a cuyas familias y amistades les faltarán minutos para poder medir su dolor. ¿Hay alguna obra en Euskal Herria que haya provocado tantas muertes? Pero al mismo tiempo, estos proyectos con su reguero de viaductos, túneles, taludes, canteras, vertederos, líneas de alta tensión, vallado, consumo energético voraz, ocupación de tierras con valor agrícola y medioambiental etc. van arañando el territorio, fragmentándolo, empobreciéndolo, despoblándolo…

    Nos encontramos con dos proyectos íntimamente conectados a intereses económicos y políticos en las antípodas de los intereses populares, en estos tiempos de emergencia ecológica y social. Dos proyectos que para avanzar se rodean, como lo estamos viviendo en los últimos tiempos, especialmente en Navarra, de las intoxicaciones, de las mentiras, manipulaciones y bulos criminalizadores. Se esfuerzan en hacernos creer que no hay vuelta atrás para el TAV, de que es una batalla perdida, de que nada se puede hacer. Es el lenguaje de la imposición y de los hechos consumados. Otras veces, las formas son más amables, como en el caso de la estación de Etxabakoitz tan imprescindible para el TAV. Sin ruido, se promueve el cambio tranquilo para aceptar acríticamente su construcción a pesar de ir de la mano de la especulación urbanística. Dos proyectos que se abren paso negando la participación social, sordos al sentir y la convicción de amplios sectores de la población que los cuestionan por ser antisociales, antiecológicos, antieconómicos e insostenibles.

    Por ello, frente a la conexión perversa de quienes niegan el debate sobre el modelo de movilidad, también ferroviaria, que precisamos con el ansia por el negocio y caja al precio que sea, hace falta la movilización social permanente. Para ello tenemos que conectarnos quienes cuestionamos el modelo de hipermovilidad y velocidad al que nos tienen acostumbrados desde los partidos mayoritarios y el poder económico y empresarial. No queremos TAV ni por Ezkio, ni por Altsasu, ni por el Ebro. La conexión con los intereses de quienes vivimos y trabajamos en Navarra y con los territorios vecinos pasa por mejorar la red viaria existente, a la vez que reducir nuestras necesidades de movilidad privada y contaminante. El Tren Social, Público y de Calidad es, a día de hoy, la única alternativa justa, razonable, sostenible y viable.

    Artículo de opinión firmado por Mikel Saralegi Otsakar y Jule Goñi Montero, miembros de la fundación Sustrai Erakuntza.