(Este artículo es el contenido completo del 3º capítulo del informe “Las políticas del agua en Navarra, conflictos reseñables y propuestas para la gestión del agua“…) En 1992 se produce la declaración por parte del Consejo de Ministros del Embalse de Itoiz como obra de interés general, junto con decenas de otros proyectos de presas en todo el Estado Español, dentro del Real Decreto-Ley 3/1992, de 22 de mayo, por el que se adoptan medidas urgentes para “reparar los efectos producidos por la sequía”.
El decreto propició el comienzo urgente de las obras de Itoiz en 1993. Su culminación y comienzo del llenado se realizó en 2004.
La construcción del embalse de Itoiz, que como vemos duró más de una década, provocó un amplio movimiento de oposición, por su gran impacto social y ambiental al afectar al emblemático río Irati y su territorio, así como a la planificación en materia de agua de toda Navarra.
El pantano afecta a tres enclaves calificados como reservas naturales (Txintxurrenea, Gaztelu e Iñarbe), con sus respectivas bandas de protección y dos Zonas de Especial Protección de Aves. El llenado del embalse destruyó parte de dichas zonas y creó una barrera entre ellas. Así mismo, los usos a los que se destinaría el agua embalsada también eran cuestionados, y lo siguen siendo, como se verá a lo largo de este informe.
La oposición se encauzó utilizando diversas vías, desde las establecidas por el poder, como la jurídica, o la presentación de informes y alegatos; hasta la movilización popular en grandes manifestaciones y acampadas en la zona; y también acciones de sabotajes o desobediencia civil pacíficos, como fue el corte de los cables de la obra de la presa, y otros. Oposición que trató de concienciar a la población de la necesidad de otro modelo de gestión del agua, y fue enfrentada en todo momento por el Gobierno de Navarra, que no flexibilizó su postura en ningún momento.
Así mismo, la construcción del embalse estuvo salpicada por numerosos casos de corrupción, que costaron el puesto de Presidente del Gobierno de Navarra a Javier Otano, y llevaron a prisión al ex-Presidente Gabriel Urralburu, y al ex-Consejero de Obras Públicas Antonio Aragón. Todos ellos estuvieron implicados en la adjudicación fraudulenta de la obra de construcción del pantano a varias empresas, a cuenta de la cual se apropiaron de millones de pesetas de la época en comisiones ilegales.
El embalse de Itoiz es el núcleo a partir del cual posteriormente se desarrolla un gran proyecto hidráulico, dividido en fases (1ª fase, ampliación de la 1ª fase, y 2ª fase), destinado en su mayor parte al riego. Forman parte del mismo el Canal de Navarra, los Sectores de riego del Canal de Navarra, los sistemas de abastecimiento desde el Canal, y las nuevas centrales hidroeléctricas.
Sin embargo, el plan de desarrollo integral prometido a los valles afectados por el embalse continúa siendo una asignatura pendiente.
En cuanto al impacto ambiental provocado por la presa de Itoiz en el río Irati y sus zonas adyacentes, a pesar de las figuras de protección ambiental de que gozan, no es una materia de estudio abundante. Y sin embargo, razones no faltan dado que, por ejemplo, la gestión que se realiza de los caudales que se liberan desde Itoiz es nefasta.
La Declaración de Impacto Ambiental del embalse de Itoiz decía que “en el río Irati se respetará, como mínimo, el caudal Q330, debiéndose desembalsar cantidades mayores de agua en época de avenidas para simular las condiciones naturales del río”. Ni que decir tiene que esto no se ha cumplido nunca, y que el río Irati sólo cuenta con un mezquino “régimen de caudales ecológicos mínimos” definidos en el Plan Hidrológico, que en absoluto simula las condiciones naturales y que ni siquiera llega a los 72 hm3/año planteados en dicho documento.
Así, el caudal de verano del río Irati, que transporta agua para riegos aguas abajo, es muy superior al caudal de invierno. Además de esto, la operación de la central hidroeléctrica (a beneficio de CANASA) provoca bruscas variaciones diarias. Un día cualquiera por la noche, cuando no se turbina ya que no hay demanda eléctrica, el caudal desembalsado es de unos 10 m3/s. Al llegar el día, la demanda eléctrica aparece, y se empieza a turbinar, pasando a triplicar el caudal del río en menos de una hora, hasta alcanzar un caudal cercano a los 30 m3/s y vuelta a repetir el ciclo cada día.
En estas condiciones, no es de extrañar que aguas abajo de la presa se haya constatado una desaparición completa de especies protegidas de peces endémicos, como la lamprehuela, Cobitis calderoni, catalogada por UICN “en peligro de extinción” a nivel mundial.
1ª Fase del Canal de Navarra
La 1ª Fase del Canal tiene 98 km de longitud desde la toma en el Pantano de Itoiz y hasta el termino municipal de Pitillas. De toda esa longitud, 60 km son a cielo abierto, 15 km corresponden a 9 túneles, y 23 km corresponden a sifones. Está dividido en 11 tramos, y tiene 2 ramales, uno en Añorbe en dirección a Mendigorria y el otro en los términos municipales de Tafalla y Olite. Cuenta con 3 balsas de regulación (Villaveta, Unciti, y Artajona), y un edificio de control. Sus obras se iniciaron cuando se construía el pantano de Itoiz y culminaron 2011.
Desde el canal se proveen 16 tomas de riego. La zona regable de la 1ª Fase consta de 22.336 ha de cultivo, que fueron transformadas de secano a regadío, agrupadas en Sectores, del I al X.
Las tomas de abastecimiento desde el canal son para: Mancomunidad de Pamplona, Asociación Voluntaria de municipios Aoiz – Lónquida – Urraúl Bajo y Lumbier, Mancomunidad de Izaga y Mancomunidad de Mairaga.
Este proyecto ha supuesto una fuerte inversión pública (muy superior a la presupuestada inicialmente) por parte del Estado y del Gobierno de Navarra, inversión que ha condicionado y condicionará en años venideros de manera muy importante los presupuestos de agricultura en Navarra.
El servicio de agua de riego ha sido privatizado, siendo provisto a través de un entramado de empresas. Por un lado, la empresa pública CANASA, que transporta el agua a cambio de una tarifa, y a la que no le cuadran las cuentas, necesitando cada año nuevos préstamos bancarios y del Gobierno de Navarra. Por otro lado, la empresa privada Aguacanal (Acciona, Aguas de Barcelona y Abeinsa), concesionaria con peaje en sombra de la zona regable, a la que el Gobierno de Navarra le abona un canon anual por servir agua a los regantes.
En 2012 se realizó como trabajo de fin de master un análisis económico de esta 1ª Fase en que resultaba una baja viabilidad económica y una baja recuperación de costes para la inversión pública realizada en el proyecto en su conjunto.
El análisis realizaba una recopilación de los costes del proyecto, tanto para la parte de construcción como para la parte de explotación de las infraestructuras. Estas inversiones se realizaron en su casi totalidad con dinero público, como hemos visto.
La recuperación de costes para el proyecto, se cifraba en el informe en un 27%. Esa cifra incluía una asignación elevada al control de avenidas, y otra cifra relevante por la producción hidroeléctrica de las centrales gestionadas por Canal de Navarra. Sin contar estas cantidades, la recuperación de costes debida únicamente a los usuarios finales se reducía a un 16,5%.
La principal actividad económica ligada al proyecto era (y sigue siéndolo) el regadío. La evolución de los cultivos que se realizaban mostraba una predominancia creciente de los cereales, siendo el maíz grano el primer cultivo en superficie y valor económico, según los datos recabados para aquel estudio. Ocho años después de la realización de este informe la situación es similar y el cultivo de maíz sigue predominando. Se trata de en un cultivo industrial, que utiliza grandes cantidades de fertilizantes y plaguicidas de síntesis, siendo la extensión que es maíz transgénico importante.
De este modo, el informe concluía demostrando la bajísima rentabilidad del proyecto, debido a los altos costes de las infraestructuras y las fórmulas de financiación empleadas, en relación con el escaso margen de beneficios y generación de empleo que ofrece la agricultura industrial empleada.
La cámara de Comptos, por su parte, realizó en septiembre de 2015 un Informe de Fiscalización sobre la Zona Regable del Canal de Navarra. Se trata de un informe muy sesgado, con cálculos y apreciaciones basados en datos erróneos como, por ejemplo, un supuesto beneficio empresarial medio por hectárea de regadío y año de 1.031 €/ha.
Sin embargo, dicho informe entrega algunos datos interesantes. Del informe se desprende que el proceso de cambio en los cultivos es difícil para los agricultores debido al desconocimiento y a los altos costes que puede requerir la inversión.
Los usuarios pagan el agua de regadío con un precio fijo por hectárea y otro variable por consumo. Pero, tal y como establece el informe, el coste total por metro cúbico de agua es inverso al consumo efectuado, a mayor consumo de agua mejor sale el precio. Esto favorece el consumo desmesurado y las grandes superficies de cultivo, algo medioambientalmente inasumible.
De este modo, se ha pasado de 5.083 propietarios antes de la transformación en regadío de la 1º Fase, a 4.211 a fecha de realización del informe de Comptos, una disminución del 17%. En cuanto a las parcelas, la disminución es de 19.034 a 5.620, una disminución del 70%. Todo esto indica una tendencia a la concentración en pocas manos de la propiedad de la tierra, y a la conversión en grandes zonas de terrenos agrícolas tradicionales y diversos, que incluían zonas en las margenes de los cultivos naturalizadas, en grandes extensiones uniformes y desnaturalizadas.
El Gobierno de Navarra no realizó un análisis del impacto ambiental real que había producido la implantación de la 1º Fase del Canal de Navarra hasta el año 2017, cuando publicó un pequeño informe de seguimiento en el que se destacan como problemas hallados:
- Se han roturado sin autorización 188 Ha de terrenos designados en el Estudio de Impacto Ambiental como Valores Naturales de Obligada Conservación.
- Afecciones en las “limpiezas” de barrancos naturales utilizados para el drenaje de los regadíos como “redes de desagüe”.
- No se cumplen algunas medidas para la protección de fauna como las bandas de vegetación o los alfalfares. No se respetan campos abandonados ni pequeños pastizales.
- Buena evolución del número de parejas de cernícalo primilla, pero descenso generalizado de aves esteparias (avutarda, sisón, ganga).
La intensificación del problema de la contaminación agraria en las zonas regables del Canal de Navarra, ha conducido a la inclusión de la Cuenca del Zidacos en la lista de Zonas Vulnerables a la contaminación por nitratos. La situación se describe en el Documento para participación pública de mayo de 2019 de la Estrategia Marco Integrada del Agua de Navarra 2030, de la siguiente manera:
“Respecto a los niveles de nitratos, en la cuenca del Cidacos los regadíos de la 1ª Fase del Canal de Navarra se ponen en marcha en el año 2012. A partir de ese año, tanto en varios de los pozos que se muestrean en el acuífero aluvial del Cidacos, como en el propio río antes de su desembocadura en el Aragón, se ha podido medir un aumento en las concentraciones de medias anuales de nitratos, con valores que llegan a superar los 50 mg/l tanto en las aguas subterráneas como en las superficiales, lo que ha llevado a declarar (O.F 247/2018) la cuenca del Cidacos como Zona Vulnerable a la contaminación por nitratos de origen agrario”.
Finalmente, hay que considerar también otro de los métodos que el Gobierno de Navarra ha utilizado para sufragar los costes del Canal de Navarra de una manera, cuanto menos, singular. Se trata de la “reserva de agua” que tiene la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona de la toma del Canal en Tiebas. Esta reserva es de 22,54 Hm3 anuales, y por ella la Mancomunidad ha venido pagando 1,2 millones de euros al año a CANASA. Sin embargo, el consumo de la Mancomunidad nunca ha superado los 2 Hm3, de manera que se ha estado pagando una cifra desmesurada por un consumo pequeño.
En los últimos años el canon por la reserva de agua que paga la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona ha disminuido. Pero ello ha sido a costa de que sea el Gobierno de Navarra el que sufrague directamente la parte restante, dado que actúa como garantía de sostenimiento de la sociedad, como decíamos al principio de este capítulo.
Ampliación de la 1ª Fase del Canal de Navarra
En la memoria del PSIS de este proyecto ya se nos informa de cómo fue concebido:
“Durante la séptima reunión de la Comisión de Seguimiento del Convenio de Colaboración entre el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y la Comunidad Foral de Navarra para la construcción del Canal de Navarra (4 de mayo de 2010) se evidenció la necesidad de modificar la zona regable de la 2ª fase del Canal de Navarra atendiendo a nuevos criterios de regabilidad, en especial por razones energéticas debido al importante incremento experimentado en la facturación eléctrica, la desaparición de la tarifa específica para riego, así como la ausencia de un marco estable del sector y por razones del propio desarrollo agrícola, ya que muchas de las áreas integradas en la zona regable hoy en día se abastecen del Canal de Lodosa.
Para ello se acordó que la sociedad “Riegos de Navarra, S.A.” y la sociedad “Canal de Navarra S.A.” abordasen un estudio conjunto en orden a definir el número de hectáreas regables de la 2ª fase del Canal de Navarra en la margen derecha del Ebro y, en consecuencia, la posibilidad de identificar nuevas zonas regables en la margen izquierda del río Ebro, en terrenos de la Comunidad Foral, que sustituyeran a las eliminadas teniendo siempre como límite los 340 Hm3 concedidos el 14 de abril de 2004 al Gobierno de Navarra para el desarrollo de la Zona regable.”
En otras palabras, la 2ª Fase, tal como estaba prevista se consideró inviable (algo que era obvio desde el comienzo), por lo que fue rediseñada para una superficie de 21.522 ha y postergada sine die. En sustitución, en 2012 las fuerzas vivas decidieron el comienzo de un proyecto no previsto, la Ampliación de la 1ª Fase, con una superficie de 15.275 ha en las riberas del Arga y el Ega, que comprenden las siguientes actuaciones:
- Modernización de regadíos tradicionales. Se trata de regadíos en las vegas, que disponían de concesiones de los ríos Arga y Ega y riegan por su pie: 6.005 ha.
- Transformación de secano en regadío: 5.431 ha.
- Mejora energética de regadíos a presión. Se trata de fincas en regadío que tenían que bombear el agua, y con el Canal tienen presión suficiente para ahorrar este coste de bombeo: 3.839 ha.
El proyecto, que impacta de lleno en la tradicional cultura hortícola de los pueblos del Arga y del Ega, con acequias históricas, multitud de huertas familiares (difícilmente encajables en un proyecto que plantea unidades de riego de 5 ha como mínimo) y comunales de uso social, ha sido llevado a cabo con la habitual falta de estudios previos, sin rigor técnico, sin expectativas de viabilidad económica, con modificaciones subrepticias, sin información transparente y sin participación social.
La extensión del Canal de Navarra en estas zonas generó fuertes tensiones en el seno de las comunidades de regantes tradicionales, y una venta masiva de terrenos por parte de los pequeños y medianos propietarios. En muchos casos, se consiguió manipular o bloquear el funcionamiento de las comunidades de regantes para eliminarlas junto con sus concesiones de agua sin realizar las votaciones previas que hubiesen sido necesarias de haberse respetado sus estatutos y la Ley de Aguas, y sin que sirviesen de nada las numerosas alegaciones realizadas en tiempo y forma (1, 2, 3, 4…).
En Lerín, un gran número de propietarios se unieron en la Plataforma en Defensa del Regadío Tradicional de Lerín, con el objetivo de compartir información y de conseguir la votación de propietarios según las normas de su Estatuto. A pesar de la oposición de la Junta de Riegos de la Comunidad de Regantes de Lerín, y de las múltiples trabas interpuestas, la Plataforma desarrolló una intensa actividad, consiguiendo que se realizase una votación el 2 de noviembre de 2014, ganando el no al Canal de Navarra. La Plataforma tiene entre sus objetivos poner en valor el regadío tradicional, buscando fórmulas de modernización y mantenimiento que permitan mantener la cultura de horticultura familiar y social del pueblo.
En Carcar, otro pueblo con cultura hortícola aún viva y en la que se sabía que, de haber una votación, saldría el no al Canal, la Junta de Riegos decidió no realizar la votación, que estaba siendo demandada por muchos de los regantes, y directamente se excluyó del proyecto.
La Ampliación se lanzó sin contar siquiera con una concesión de aguas para riego que cubriese estas zonas regables. La Comunidad de Regantes del Canal de Navarra en 2013 solicitó una modificación de la concesión para cubrir esta zona, lo cual fue otorgado en 2016,. Así mismo, solicitó también un aumento del volumen de agua otorgada, dado que son conocedores de que con 340 hm3 no queda suficiente para la 2ª Fase. Esta segunda petición fue denegada. Desde nuestro punto de vista, las garantías que la Ley de Aguas otorga a los propietarios de los terrenos, han sido vulneradas en este procedimiento, tal como se detalla en las alegaciones presentadas.
Uno de los aspectos más negativos del proyecto es la inclusión de 700 ha de regadíos en zonas inundables de Falces, Peralta, Funes, Miranda de Arga, Larraga, Berbinzana, Mendigorría, Lerín, Andosilla y Carcar. Este hecho iba en contra de lo indicado en un informe del Servicio del Agua que se había incluido en el Estudio de Afecciones del proyecto (para adornar, imaginamos). La aparición de instalaciones de riego modernizado en estos terrenos inundables va a aumentar grandemente la vulnerabilidad frente a estos fenómenos, en contra de todos los principios de prevención que se incluye en la legislación de aguas o de cualquier criterio razonable para evitar el riesgo por inundaciones.
Otra de las importantes sorpresas del proyecto fue que, de manera inopinada, el Estudio de Afecciones Ambientales del Sector XXIII (regadíos tradicionales de Larraga y Berbinzana), incluyó una adenda que modificaba el trazado sustituyendo una conducción en línea recta, por un nuevo trazado curvo que incluye desniveles de 35m, dos cruces bajo el Arga y un cruce bajo el Canal de Miranda. Según consta en la documentación oficial, esta modificación había sido solicitada por José Santiago de Esteban (ex presidente de la Comunidad de Regantes del Canal de Navarra) para evitar que la conducción pasara por sus tierras. Se podía apreciar en este hecho, por lo tanto, un supuesto trato de favor, que fue denunciado por varios movimientos sociales.
Este cambio de trazado había sido rotundamente denegado en la Declaración de Impacto Ambiental (Resolución 330E/2013, de 19 de agosto) que decía textualmente; “El trazado alternativo … resulta técnicamente inviable … El coste global de la alternativa propuesta es muy superior a la del trazado previsto en el PROSIS expuesto y también son de mayor entidad las afecciones de tipo medioambiental (cruces de río y vegetación de laderas entre las terrazas”. El cambio aprobado posteriormente condujo, por lo tanto, a un aumento en los costes del proyecto y un aumento también en sus impactos ambientales.
En cuanto a una de las especies emblemáticas del territorio afectado, el visón europeo, catalogada como “en situación crítica”, hay que destacar que el proyecto supone importantes alteraciones y afecciones sobre su hábitat. Así, en el proyecto no se consideró necesario conservar la acequia de Larraga, a pesar de que se había confirmado la presencia de visón en varios puntos de la misma. Por otra parte, el Canal de Miranda se dejó seco durante un periodo importante de las obras, al derribar la Presa de Miranda, algo no contemplado en el proyecto. Este hecho fue denunciado por los movimientos sociales ante la Fiscalía, por perturbar una importante área donde vive este mustélido y por afectar a bienes de carácter historio y cultural. Todos estos atropellos que se han sucedido durante las obras de este proyecto van en contradicción con lo establecido en la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto con respecto a la protección del visón europeo.
La recuperación de hábitats fluviales estaba establecida como condición en la DIA, tal y como puede apreciarse en este extracto de ese documento:
Nada de lo ahí indicado se ha cumplido.
Las obras para la construcción de este infraestructura están siendo complejas y se están prolongando en el tiempo. Así, en abril de 2020 se han vuelto a reactivar en la zona de Peralta, en el ramal del Arga, siendo esta la última localidad en la que faltan por concluir las obras en esa zona. Sin embargo, la gran mayoría de las infraestructuras en el ramal del Ega están a esta fecha sin construir. Tan solo estarían realizadas las obras que corresponden a los municipios de Oteiza y Lerín. De esta manera, a estas fechas, menos de la mitad de la superficie prevista está siendo regada.
2º Fase del Canal de Navarra ¿hay recursos suficientes para regar 21.500 hectáreas más?
En abril de 2018 la empresa Canasa adjudicó a una empresa la redacción del proyecto para incluir en los regadíos de Itoiz-Canal de Navarra 21.500 nuevas hectáreas situadas en ambos lados del río Ebro. Ante este hecho, es necesario analizar la cuestión de si es viable invertir en el diseño de esta nueva oferta de agua fuertemente subvencionada con fondos públicos, desde el punto de vista de la mera disponibilidad del recurso. Para responder a esta cuestión, Urbizi realizó un informe en que se revisaba la información disponible y que resumimos a continuación.
En primer lugar hay que tener en cuenta las sucesivas modificaciones del proyecto Itoiz-Canal de Navarra, que como hemos visto han llevado a un aumento de la superficie prevista de riego y a una demanda de agua superior a la inicialmente prevista para el proyecto y otorgada en la concesión de aguas. La actual concesión ya sitúa la demanda por encima de las disponibilidades de agua, tal como se puede apreciar en el siguiente gráfico de la Confederación Hidrográfica del Ebro que muestra el caudal anual de Itoiz entre 1931 y 2020.
Una primera conclusión en el sentido de que no hay recursos suficientes, se puede extraer del propio informe que la Confederación Hidrográfica del Ebro aportó como respuesta a la solicitud de aumento de la concesión ya comentada, y que fue denegada. En el informe se pone de manifiesto la inviabilidad de aumentar la concesión de riegos inicialmente otorgada, ya que “el aumento de caudal solicitado para la ampliación del número de hectáreas darían lugar a una demanda bastante superior a la aportación media del Irati en la estación de aforos nº 9277, por lo que a juicio de este servicio requeriría efectuar un estudio de aportaciones/demandas para este sistema, con la situación real y final de dotaciones, que hasta la actualidad no se ha realizado”.
Si nos fijamos en el gráfico de la CHE, desde el año hidrológico 1981/1982 hasta el 2001/2002, en 14 años sobre 20 (el 70%), las aportaciones habrían sido insuficientes para cubrir las demandas previstas para el Canal de Navarra, con 340 hm3 para riego. De este modo, ya tenemos un primer dato para comprobar como, aunque no se haya realizado a día de hoy el mencionado estudio de aportaciones/demandas, resulta de una temeridad asombrosa pensar en la ampliación del Canal para la nueva superficie.
Pero además, y a falta de dicho estudio detallado, podemos simplemente acudir al balance de aportaciones/demandas anuales (el balance anual es sólo una primera aproximación, pero sí que indica, en caso de que la demanda sea superior a la aportación anual, que es una demanda claramente imposible de satisfacer). Vistas las aportaciones medidas en la estación de aforos del Irati, se puede apreciar un escenario de déficit casi permanente si se sumaran las 21.500 ha nuevas, como muestra la siguiente figura para los años 2000 – 2017.
De acuerdo con esos datos de aforo, sabemos a ciencia cierta que, desde el año hidrológico 2000-2001 no hubiera habido agua suficiente para atender abastecimientos y regar el total de las 59.160 ha ahora previstas en el Canal de Navarra y las 14.200 ha existentes en los riegos del Irati y Aragón, en ninguna de las campañas de riego de los años 2002, 2004, 2005, 2006, 2007, 2010, 2011, 2012, 2016 ni 2017. En otras palabras, no habría garantía de riego en el 59 % de los años de esta serie.
Por si esto no fuese suficientemente preocupante, a lo anterior hay que añadir las previsiones de tendencias debidas al cambio climático y su incidencia sobre las temperaturas, precipitaciones y escorrentías, que afectan negativamente tanto al volumen de agua disponible, como a las dotaciones necesarias para mantener el regadío, en un contexto de temperaturas crecientes.
A la vista de los datos expuestos, podemos concluir, con total seguridad y sin necesidad de datos adicionales, que prever una 2º Fase con 21.522 ha es equivalente a abocar a los usuarios del Canal de Navarra a una situación de déficit y de conflicto casi permanente.
Desgraciadamente, comprobamos una vez mas como los presupuestos designados al agua se siguen destinando en su mayor parte a crear infraestructuras para una demanda de agua que no se podrá satisfacer, lo cual realimenta el ciclo de nuevas obras y más demandas que caracterizan la conocida “vieja” política de oferta de agua.
2º Fase, alternativas y batalla política
La 2º Fase del Canal de Navarra es presentada por gran parte de las fuerzas políticas como la única alternativa para el suministro de agua a la agricultura, industria y poblaciones de la ribera del Ebro.
En realidad, la 2º Fase siempre ha sido un proyecto controvertido y de dudosa viabilidad, sufriendo continuos vaivenes. Uno de los padres del proyecto de Itoiz, Antonio Aragón, consejero de Obras Públicas con Urralburu (y posteriormente su compañero de cárcel, como hemos visto), cuando fue nombrado presidente de la CHE en 1991, declaró: “Creo, mirando al futuro, que una inversión que puede resultar desproporcionada es hacer un sifón para que el Canal de Navarra pase el Ebro”. En efecto, 20 años después, una vez finalizada la primera fase y gobernando UPN, Canasa anunciaba en enero de 2012 que las obras de la 2º Fase se paralizaban por problemas financieros. Problemas que dejaron milagrosamente de existir para acometer, en un tiempo récord, la Ampliación de la 1º Fase, que no estaba ni contemplada en el proyecto original, como ya se ha comentado.
En la Ribera existe, sin necesidad de este Canal, una importante superficie de regadíos que permiten el mantenimiento y el crecimiento de la industria agroalimentaria. Ofrecer agua adicional de manera indiscriminada empleando para ello grandes cantidades de fondos públicos y lastrando más aún los futuros presupuestos de Desarrollo Rural, no parece una buena inversión. Hay otras posibilidades de apoyo a la agricultura en las que se podría obtener un mejor (lo cual no es difícil) retorno. Gobierno de Navarra a través de INTIA realizó un estudio previo de gran profundidad que ahora debería ser tenido en cuenta antes de lanzarse a ningún proyecto.
Ciertamente existe un problema de abastecimiento urbano e industrial debido a una deficiente calidad en algunas fuentes de agua y a una mejorable gestión. La solución pasa por estudiar bien el problema. El estudio previo realizado por NILSA a nuestro parecer no es suficientemente riguroso y no tiene realmente en cuenta alternativas perfectamente factibles de optimizar los recursos existentes.
En definitiva, llevar agua de Itoiz a la ribera del Ebro es una alternativa, pero no es la única. La Fundación Nueva Cultura del Agua presentó en 2016 un documento de alternativas con la intención de abrir un diálogo que no se centrase exclusivamente en el Canal de Navarra. A continuación veremos las posibilidades que se barajan en este informe, que deberían ser tenidas en cuenta.
El primer capítulo del informe analiza la historia y las características de la 2º Fase del Canal, donde se ve como:
- Se trata de un proyecto desproporcionado, con altos costes y dudosa viabilidad. Por esta razón, la administración ha frenado su puesta en marcha hasta ahora.
- Se ha utilizado con fines partidistas: justificar el embalse de Itoiz en su día, y actualmente fomentar una idea localista de la gestión del agua “por y para Navarra”.
- Hay una falta escandalosa de rigor técnico en los documentos del proyecto que se traduce en un baile de cifras con los caudales, las superficies y los costes. La sociedad pública Riegos de Navarra, ahora absorbida por INTIA, ha priorizado su papel de aparato de propaganda del proyecto sobre su función como responsable técnico.
- Pero lo realmente grave de este asunto es la manipulación y el chantaje a que se ha sometido a la Ribera de Tudela, creándole expectativas durante más de 20 años e impidiendo la búsqueda de soluciones más próximas y baratas.
En el segundo capítulo y con el mismo criterio de gestión de la demanda, se analiza la situación del abastecimiento urbano e industrial de la Ribera, destacando que existe un problema de deficiente calidad en algunas de las fuentes de agua y la carencia de una adecuada gestión del ciclo integral del agua urbana.
Utilizando los baremos oficiales, se realiza una estimación del volumen de agua necesario para el abastecimiento, que resulta ser manifiestamente inferior a las cifras sobredimensionadas de los sucesivos documentos del Canal y del Gobierno. También se ponen encima de la mesa las diversas alternativas de abastecimiento que se han barajado hasta la fecha, y cuya viabilidad está aún pendiente de analizar: 1) el proyecto de la 2º Fase; 2) una tubería para abastecimiento desde Pitillas (desde el final de la 1º Fase); y 3) la que defienden los autores del informe: la optimización de los actuales recursos y la mejora de la gestión.
En el tercer capítulo se aborda la situación del regadío en la Ribera de Tudela, constatando que ya existe una importante superficie de regadíos históricos que permiten el mantenimiento e incluso el posible crecimiento de la industria agroalimentaria.
Se evidencia con datos la inviabilidad de la 2º Fase, que pretende regar 21.500 has de las cuencas del Alhama y del Queiles que ya disponen de regadío eventual. Los costes económicos son excesivamente elevados, muy por encima de las fases anteriores, debido a la complejidad de un canal que tiene que atravesar los ríos Aragón y Ebro, y también por el elevado consumo eléctrico necesario para las elevaciones, lo que va a repercutir considerablemente en los costes para los regantes. A ello hay que incluir el hecho de que las reservas de agua que establece la CHE no alcanzarían para regar la superficie contemplada en el proyecto, como ya se ha visto.
El informe repasa las distintas alternativas existentes para incrementar los regadíos en la Ribera: por una parte el histórico proyecto de la 2º Fase; por otra el recrecimiento del Canal de Lodosa contemplado desde los años 70 en documentos de la CHE; y también un nuevo diseño del canal con tuberías enterradas y un embalse en los montes de la Ribera siguiendo el modelo del embalse de la Loteta en Gallur.
Los redactores del informe defienden como alternativa la mejora de los actuales regadíos del conjunto de la Ribera y, en lo que respecta a las cuencas del Alhama y Aragón, la promoción de un plan de desarrollo rural basado en la mejora de las actuales redes de riego, en el apoyo a los cultivos actuales de viñas y olivares, manteniendo el paisaje e impulsando la comercialización de productos elaborados y de calidad diferenciada.
Sin embargo, la batalla política y mediática persiste en centrarse únicamente en el tipo de obra del Canal de Navarra (la única desviación que se contempla sobre el proyecto inicial de canal a cielo abierto es la posibilidad de hacerlo con tuberías enterradas, como en la Ampliación de la 1º Fase) y el número de hectáreas (cuantas más, mejor, como hemos visto en el anterior apartado), dejando fuera cualquier otro razonamiento o cuestión.