Actualmente el mercado de la energía es uno de los mayores generadores de beneficios económicos, tras el boom inmobiliario y la promoción de la obra pública. Este éxito es causa y consecuencia para la justificación de proyectos cada vez de mayor envergadura, con costes ambientales y sociales crecientes que se hacen patentes en nuestros territorios: centrales térmicas, líneas de alta tensión, proyectos hidráulicos, trenes de alta velocidad… y la amenaza siempre presente del fomento de la energía nuclear, paralizada por el momento tras el desastre de Fukushima. Sigue leyendo